Sunday, September 21, 2008

Domingo

Me duele la rodilla derecha
y tengo frío
tarde dominguera de un septiembre
naciente
y el adiós lento invierno
para el olvido.

Si te quise (o te quiero)
ya ni sé
son las diez y pico
y empieza a sonar seminare
en la radio
(hay cosas que desearía
dejar de preguntarme)

ya sé que no hay pociones
para el amor
creo que si existe la fórmula
incluso no la seguiría
(siempre dudé de todo, que se yo).

Me gusta tu nombre
(de eso es de lo único que tengo certeza)
y tampoco me voy a olvidar
de dos o tres de tus frases sueltas.

De todas formas, y a mi pesar
seguís siendo un semicírculo
una forma inacabable
cuyo contorno nunca pude
terminar de trazar.

Es que me gusta definirte
a vos y a todo eso
que me das, cuando no estás
o cuando estás.

Ese revuelo, el caos y después la nada
la nada misma, inexplorable.

¿Sabés? yo no quiero creer
en las señales que el cielo escupe
pero me tropiezo y me ahogo
con detestables casualidades
que no quisiera advertir más.

Me bastaría un día de lluvia
un par de cigarrillos
(quizás alguna copa)
para decirte eso que no pude
antes que des la vuelta.

Y me duele la rodilla derecha.